“Cuán inadecuado es llamar Tierra a este planeta, cuando es evidente que debería llamarse Océano”

Frase atribuida a Arthur C. Clarke.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Los Bajau, los gitanos del mar, hijos de las mareas.


Los Bajau son una sociedad del suroeste asiático que vive su vida entera en el mar, con el que ha desarrollado una vinculación que va mas allá de lo cultural.

El mito.


Cuenta la leyenda que ante la amenaza de un fuerte temporal, y cuando comenzaba a arreciar el viento, el jefe de los Bajau clavó una estaca en el fondo del mar a donde ató su embarcación para que la tormenta no le alejará de la orilla. Con el mismo motivo, el resto de pueblo fue atando sus embarcaciones a la de su líder y entre ellas mismas. Pero aquella estaca no fue clavada en el lecho oceánico, sino en una gran raya gigante que despertó por la noche y nadó mar adentro arrastrando al pueblo Bajao al medio del océano. Cuando, aquellos que vivían en los barcos, se despertaron a la mañana siguiente vieron que se encontraban lejos de la costa y perdidos. Durante varios días navegaron sin rumbo hasta que el jefe Bajau rogó a los Dioses que les mostrarán el camino de vuelta a casa. Tras navegar dos días en una misma dirección llegaron a la costa y contemplaron como todos los pueblos del litoral habían sido arrasados por las grandes olas. Agradecidos, el mar es desde entonces su hogar.



Los Bajau, los gitanos del mar.


Los Bajau son una tribu del Suroeste Asiático bajo el que se encuentran otras muchas etnias, aunque los primeros son los más numerosos. Suelen ser conocidos como los gitanos del mar, aunque esta denominación les resulta ofensiva. Viven en el agua, en atolones de madera construidos sobre los arrecifes de coral, en ocasiones a varios kilómetros de la costa.


Son un pueblo totalmente dependiente de lo que el océano les brinda y practican la pesca de subsistencia. Apenas comercian con tierra y cuando lo hacen rara vez abandonan sus barcazas. Dicen que en tierra se marean.

Mejoras adaptativas.


Tal vinculación les ha llevado a adaptarse de tal forma al medio que el mismísimo Darwin estaría orgulloso. Sin tener branquias como el mutante interpretado por Kevin Cosner en Waterworld sus pupilas han evolucionado para ser capaces de enfocar debajo del agua, a parte de ser magníficos pescadores de apnea.



Capaces de bajar hasta más de 20 m de profundidad y aguantar la respiración hasta 5 minutos, la flotabilidad negativa les permite moverse sobre el coral como si de cazadores en la sabana se tratasen.



Su conocimiento y relación con el medio les permitió preveer el tsunami de 2005, y aunque esta vez no fue una raya gigante la salvadora sino el refugio en las montañas, escasos fueron los Bajau que perecieron.

Un futuro incierto.


Desde mediados del siglo pasado este pueblo ha tenido que adaptarse a los cambios políticos, legislaciones pesqueras y cambios y delimitaciones de las fronteras marinas, cuando ellos la única división que conocen es la de la línea de la playa.  La cruz de los efectos de la modernización sobre ellos ha sido la utilización de explosivos caseros para facilitar la pesca, lo que provoca graves daños en los mismos arrecifes que les alimentan.  Ante esto, los Dioses a los que se encomiendan para que llenen sus redes se encuentran indefensos y se debilitan un poco más a cada detonación.

La existencia de estas sociedades nos sigue mostrando la heterogeneidad existente ante la cultura global actual y que, aunque fuera hace mucho tiempo, todos fuimos hijos de las mareas.

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