“Cuán inadecuado es llamar Tierra a este planeta, cuando es evidente que debería llamarse Océano”

Frase atribuida a Arthur C. Clarke.

sábado, 16 de noviembre de 2013

El negro "prestige" de la justicia

Poco o nada me apetece escribir sobre la sentencia Prestige. Todo, o prácticamente todo se ha dicho ya, de un bando y de otro, y parece que, como casi siempre, han ganado los mismos.

La sentencia del pasado miércoles llega, como se suele decir, tarde, mal y arrastro. Once años para una resolución que no convence a una sociedad apática ante la avalancha de malas nuevas. Parece esta la única forma de protección, pero quizá nos debilite aún más.

Escandaloso o vergonzoso han sido las palabra utilizadas en muchos titulares. Resumen el problema como incomprensible fallo de fondo, una investigación, voluntariamente ineficiente, que lleva a sentar en los banquillos a simples cabezas de turco que finalmente no han pagado el pato.

Los verdaderos responsables, políticos y económicos, se limpian las manos sin pudor y en estos días hinchan el pecho ante la sentencia de la justicia, que ha dejado de ser de todos.

Dicen que la sociedad civil estuvo a la altura del momento, mientras que la clase política realizaba su más nefasta gestión, puede ser, pero fue eso "el momento". En la sociedad del riego, desbordados por el exceso de información utilizada, en el que ya no nos acordamos de Siria, porque es el tiempo de Filipinas, y aquel tesorero no es más que una sombra oculta tras la sombra del espionaje, nos olvidamos, nos olvidamos de las verdaderas causas de los problemas, o nos hacemos olvidar para tratar de continuar nuestras vidas. Dicen que hubo repercusiones políticas, el partido que gobernaba y gestionó la desfachatez perdió las elecciones. Sin embargo, algunos de los máximos responsables ostentan hoy puestos con más poder que ayer, Director de la Guardia Civil o Presidente del Gobierno.
Luís Davila, 2013

Indigna y cabrea que te digan que no hubo catástrofe ambiental, "porque todo quedo recuperado", y que nadie actuó de forma dolosa. Gracias que tenemos el mar que tenemos, bravo y de salitre purificadora. Pero aún así los impactos se han silenciado, cortándose cualquier investigación al respecto desde 2006. Que nos lo digan a los que nos hundíamos hasta las caderas con nuestros impolutos monos blancos en esa pasta de muerte. Hay un principio en el derecho internacional, "el que contamina paga", nos lo hemos pasado por el forro dejando a medio mundo anonadado con esta decisión.

El único "culpable", tras un ejercicio de encubrimiento bajo faldas, ha sido un anciano capitán que no cumplirá condena. Se le acusa de negarse a ser remolcado. Un remolque dirigido "al quinto pino". Es posible que yo también me hubiera negado. "No hubo dolo", pero palabras como estas me parecen surgidas de la rabia y la cobardía, y esos son sentimientos que solo salen a flote cuando existe conocimiento de la realidad.

Siempre nos quedará el recuerdo nostálgico de esa marea blanca, de Compostela llena de paraguas. Recuerdos de tiempos en los que nos sentimos fuertes y capaces. Recuerdos a los que debemos acudir y tratar de reproducir en tiempos presentes.
El Roto. El País 16/11/2013





miércoles, 6 de noviembre de 2013

Monte Pindo: La vida se hace paso.

Voluntarios de toda Galicia ayudan a recuperar el monte Pindo dos meses después del gran incendio. Poco a poco brota de nuevo la vida.

El manual del pirómano


No llegó a tres días de incendio el que se llevó por delante la fauna y flora del Monte Pindo, hogar de los Dioses de antaño, de Lupa y lugar de paso de los discípulos del Apóstol. Se quemaron 2.200 ha ,prácticamente toda su superficie, dejando estampas dantescas de lo que creyentes y ateos denominaron "o inferno".
Ladera del Xallas Foto: elmundo.es

Un poco de paja seca, una mecha y un mechero. Armas homicidas si se aplican en el momento y lugar adecuado. Y así fue, con conocimiento de causa, tras un verano seco y un atardecer en el que empezaba a levantar el viento una mente perturbada subió a la falda del Olimpo Celta y desencadenó lo que todos conocemos.